BODAS DE ORO SACERDOTALES
DEL PADRE ANTONIO VIGURI, OCD.
FINAL DE UNA FIESTA DE ACCION DE
GRACIAS.
El pasado 18 de marzo, en Pamplona,
inició el Padre Antonio Viguri, Ocd la celebración de sus bodas de oro
sacerdotales rodeado de amigos que quisieron acompañarle para dar gracias
a Dios por su vida, por todos y cada uno
de estos 50 años en los que ha acercado a tantos al corazón de Jesús.
Recordando un poco la historia de
estos 50 años, el Padre Antonio, alavés de Sendadiano, se ordenó sacerdote el
18 de marzo de 1968 en una iglesia de los Pasionistas en el barrio de Las
Presas, Herrera de Camargo (Cantabria), muy próximo a Santander. Una enfermedad del obispo de la
diócesis de Bilbao, Monseñor Gurpide, le llevó hasta allí.
En Pamplona, en una fiesta muy
emotiva, quedó pendiente para poner broche final, recordar aquella misa de Camargo y el pasado
sábado, 16 de junio, fue la fecha elegida para este recuerdo. De esta manera, el Padre con los que tuvimos la suerte de poder acompañarle de Pamplona, Bilbao y, sobretodo,
de Santander, las 12 de la mañana nos dispusimos
a celebrar, en una Eucaristía, lo que nos había llevado a todos allí, revivir
en el mismo lugar el “SÍ” a Jesús de nuestro amigo y dar gracias a
Dios por cómo ha estado a su lado y tantos regalos de fe, cariño y
acompañamiento que ha querido nos
llegaran en estos 50 años a través de
él.
En Las Presas nos esperaba el
Presidente de la Orden Seglar del
Carmelo Descalzo de la Provincia de San Joaquín de Navarra, el hermano Evaristo Arroyo, acompañado de la que fue tantos años Presidenta de la comunidad de la Orden Seglar en
Santander Josefina Puente, junto a varios hermanos de esa comunidad. Además, también
nos esperaba el padre Pedro Arbeloa, OCD, quien concelebró con el homenajeado
la Eucaristía y nos acompañó en toda la jornada festiva que vivimos. Ellos, los
de Santander, como buenos anfitriones, habían preparado la eucaristía, a la que
se unió la guitarra y cantos de José Carlos que tantas veces acompaña a los
seglares carmelitas en encuentros de oración en la Provincia.
Por
contaros algún retazo de la ceremonia, os diré que desde el cariño que rodeaba
a todos los que allí estábamos, el padre en la homilía hizo un repaso de estos 50 años. Cómo en los
inicios estuvo en Malawi para vivir desde las misiones el plan que Dios quería
para él, sin embargo por razones de salud
este plan tornó a ser otro que le trajo de vuelta a casa y, desde
entonces, en los distintos destinos en
la Provincia de San Joaquín de Navarra ha estado cerca de tantos a los que ha
ayudado a vivir la fe en Jesús.
El procurar en hacer las cosas en el
nombre de Jesús ha sido su guía y desde
un paralelo con la Primera Lectura, libro de los Reyes 19, 19-21,” Ellas
pasó a su lado y le echó encima el manto”
al Padre le gustaría le echaran el manto de Santa Teresa para vivir
su espíritu en el seguimiento a Jesús. No
faltaron los agradecimientos y una petición de oraciones a todos los que estábamos allí.
Agradeció especialmente la compañía en
el acto de hermanos de la Orden del Carmelo Descalzo Seglar. Dejó constancia de
su empeño por trasmitir a sus hermanos los frailes y hacérnoslo creer a
nosotros, los de la Orden Seglar, que todos formamos parte de un mismo tronco
junto con las monjas. Que los seglares
somos tan carmelitas como ellos, frailes y monjas.
Terminada la Eucaristía y después de las fotos que nos
van a ayudar a recordar, continuamos con la fiesta en el restaurante Tándem, con reserva para la ocasión, y en el que pudimos
acompañar la alegría del momento con
una comida de 20 € como de “boda”.
Además, como suele ser al uso en estas
celebraciones el Menú esperaba a cada
comensal, que nos recordaba el evento
que nos había llevado allí amén de los
platos a elegir. No solo eso, no pudimos evitar la sonrisa al relacionarse en
el menú el nombre del restaurante, Tándem,
con esa historia contada por el
Padre en la que describe el tándem de
nuestras vidas cuando dejamos a Jesús ser el conductor. Asustados, a veces, nos
quejamos y Jesús nos contesta; “Pedalea
y calla”. También, como en las bodas, Josefina
entregó al Padre recordatorios del evento y llaveros con motivos carmelitanos,
para que éste, a su vez, los repartiera a todos los que allí estábamos, como
así lo hizo.
Si continuas leyendo, puedes intuir que estamos al final de la historia, pero a ésta aún le
queda más por contar, porque terminada la comida fuimos casi todos al
Desierto de Hoz de Anero. San José de
Rigada. Es un lugar próximo a Santander con varios edificios que hunden sus
raíces en casonas montañesas barrocas del siglo XVII y XVIII La que escribe había oído hablar mucho y bien
de este lugar, pero todo lo oído no le hacía justicia. Ayudó que hacía una
tarde soleada muy agradable. En la
capilla oramos Vísperas cantadas acompañadas por la citara de José Carlos y al
final de las mismas si que llegaron las despedidas, el compartir y el dar
gracias a Dios por un día con tantas maravillas, de las que solo algunas os he
podido contar.
Gracias hermanos de Santander por el
listón tan alto en vuestro cometido de
“anfitriones”. Gracias Evaristo por tantos detalles de organización, obsequio, de preocupación
por sentirnos a gusto y, sobretodo, por hacer feliz al homenajeado. Gracias
Josefina, Sandra, José Carlos, al padre Pedro Arbeloa, a los hermanos
Pasionistas y tantos que hicísteis
posible un día en el que de verdad nos sentimos hermanos. Gracias a todos los
que acompañamos al Padre en un día tan especial para él, pero, sobretodo,
gracias a ti Jesús porque todo cuanto pasó y vivimos era tuyo.
Amparo
Esparza Irigoyen, Ocds